LAS MONJAS JUBILADAS TAMBIÉN SE RETIRAN A LA COSTA DEL SOL
Una veintena de monjas, jubiladas o enfermas, y con una frenética vida a sus espaldas en misiones de ultramar o barrios marginales españoles, pasan sus últimos días en una apacible residencia en la Costa del Sol, donde han encontrado "un merecido retiro".
Las religiosas retiradas, carmelitas misioneras, la más joven de 67 años y la mayor de 97, están acogidas en una residencia malagueña en Torremolinos, y provienen de la provincia carmelitana de Madrid que comprende, además de la capital española, Ávila, Salamanca, Ciudad Real y Andalucía.
Han educado y sanado a niños y adultos de varios puntos del mundo: Europa, Asia, África y Centroamérica, porque -como asegura con su suave acento vasconavarro la hermana priora, Juana Irízar-, de 76 años, "siempre hemos ido donde nos han llamado".
A las carmelitas les regalaron el terreno "las monjas de clausura de enfrente", explica la hermana Juana, quien asiente que la Costa del Sol gratifica con la "bondad del clima", que es muy bueno para las viejitas porque "toman el solecito y disfrutan de la luz que entra a raudales. Les hace mucho bien".
Las ancianas carmelitas, ataviadas todas con el hábito de la orden, siguen viviendo de manera espartana: "Nada de langostinos para Navidad" -asevera la priora- "comeremos pavo, sopita y sardinas con aceitunas. Pero, eso sí, muy bien cocinadas".
La oración, los cánticos y los quehaceres de la casa ocupan la jornada de estas mujeres que se levantan a las siete y media de la mañana y se "retiran" pasadas las diez de la noche, sin olvidar un pequeño paréntesis de gimnasia "un tanto casera" que dirige la hermana Juana, encargada de recomendar los ejercicios que a cada una más le convienen.
La hermana Angélica Suárez, de 75 años, a la que sus compañeras llaman cariñosamente "la manzanita" porque sus mejillas siempre están sonrojadas, es la más lanzada "porque ha estado en muchas partes", cuentan las demás, y nunca tuvo miedo porque "soy asturiana", explica la aludida.
En medio de un impresionante revuelo de las ancianas por la visita, la monja asturiana se atropella explicando que ha vivido en África, en Arabia Saudí, en Roma "donde ayudé a nacer a cientos de niños prematuros" y trabajó en Cuba "hasta que nos despachó Fidel".
"Elvira ha sido guapísima" corean las ancianas misioneras apuntando con el dedo una de las religiosas, de elegante porte, erguida y apoyada en un fino bastón, mientras que ésta, cordobesa de 75 años, se ruboriza negándolo con la cabeza, si bien responde en voz alta que, cuando era joven, la llamaban "la bien parecida".
La más anciana, Salus Bados, navarra, de 97 años, que conserva una "lucidez tremenda", es más seria "porque le tocó pasar con la guerra, estuvo prisionera y todo", refiere la priora, y a la hora de la foto no sonríe, pero se preocupa de colocarse la toca, mientras camina ayudada con un taca-taca.
La granadina Berta Montes, de 78 años, parienta de la alcaldesa de Málaga, Celia Villalobos, "sí, de la alcaldesa", es más tímida, pero a todas ellas les encanta el cine y es "Sissí Emperatriz" su película preferida.
Aunque aparentemente austera desde el exterior, la residencia es privilegiada, no s├│lo por la calefacci├│n, escasa en esta provincia, sino por las habitaciones y ba├▒os individuales con amplias terrazas que asoman al mar y espaciosos jardines que brindan una soleada serenidad.
"Este es como el premio -dicen las religiosas-, ya que el Evangelio nos dice que, quien deje familia y casa por Mi tendrá el ciento por uno y la vida eterna. Esto es mucho más".
